domingo, 7 de junio de 2015

EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS

EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS - Paul Auster

"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol."
Martin Luther King

Michael Ende  nos demostró en La historia Interminable que la literatura era capaz de concebir un paradero exclusivo para la Fantasía, en el que poder evadirse de la rutina del mundo real, Paul Auster construye en El país de las últimas cosas un lugar desesperanzador donde el ser humano ha perdido su capacidad creativa y ha olvidado las razones por las que un día su vida tuvo sentido. 

Esta novela de nuestro admirado Auster es probablemente la descripción contemporánea más significativa sobre el infierno. Resulta inevitable acordarse del Infierno de Dante, el cual describe con gran detalle y simbolismo en su Divina Comedia. Es solo una asociación accidental, ya que en términos de estilo, contenido y finalidad literaria, las diferencias son cuantiosas, y en todo caso, abundan más que las similitudes. Sin embargo, en ambas obras, la descripción del  infierno está estrictamente premeditada y muestra, respetando las diferencias de paradigma propias de cada época, un destino en el que el ser humano carece absolutamente de la posibilidad de alcanzar la esperanza; de recursos de huída. Un espacio/tiempo que se eterniza en clave de sufrimiento. Mundos grises que se deshacen a pedazos y en el que la percepción de la felicidad ha sido desprogramada.

Algunos críticos literarios opinan que El país de las últimas cosas es una reinterpretación de una sociedad postmoderna estrechamente adscrita a lo literal, al escepticismo más abrupto, dónde no hay lugar para Dios. Una sociedad que vive bajo el lema de "ir dejando sitio para los que vienen", en un mundo donde la existencia es un accidente del que no hemos sabido sacar partido. Lo cierto es que la raza humana ha vivido, lamentablemente, en circunstancias similares en varias ocasiones, y si no que se lo pregunten a Viktor Frankl o a tantas y tantas miles de personas que han vivido o viven en circunstancias de desigualdad, injusticia social, vejación, o simplemente, en una profunda grave crisis de identidad.


Precisamente, una crisis de identidad es lo que sufre la protagonista y narradora de este relato: Anna Blume.
Anna es una joven de 19 años que ha decidido ir en busca de su hermano William, quien un día marchó a la ciudad, y desde entonces nunca más supo de él. Anna viajará a esa ciudad que representa el existir por existir, donde los desechos y la basura son un bien preciado, más preciado que la vida humana; donde la capacidad para crear está extinguida, y donde en ausencia de arte, el suicidio se convierte en arte en su acepción más rebelde.

Bajo el estilo postmoderno, onírico y a veces metafísico de Auster, Anna nos explicará su viaje a esta ciudad, y sólo mientras cumpla su función de narradora, dispondrá de un motivo para sobrevivir en un lugar, donde no hay espacio para tomar consciencia de la propia existencia, con todo el entumecimiento que eso conlleva.

¿Encontrará a su hermano William? ¿Es la única que busca a su hermano? ¿Quienes son Isabel y Samuel Farr? Éstas son preguntas que trascienden a este post y cuya respuesta podría perjudicar tú lectura.
No dudes en acompañar a Anna en este viaje, y saca tus propias conclusiones sobre esta compleja obra de la literatura reciente.

Un saludo

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