lunes, 24 de febrero de 2014

1984

1984 - George Orwell


"Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo"
Franz Grillparzer

El 8 de junio de 1949, George Orwell publicaba 1984, la que para muchos es su obra maestra (con el permiso de Rebelión en la Granja). El escritor y periodista británico inició la redacción de esta ficción distópica en 1947, cuando las atrocidades acaecidas durante la Segunda Guerra Mundial estaban muy a flor de piel; presentes. De hecho, los Juicios de Núrenberg, que se habían celebrado entre el 20 de noviembre de 1945 i el 16 de agosto de 1946, fueron proyectados internacionalmente como un gran evento, un escarmiento memorable. Allí se escarbó sin tapujos y se dieron a conocer los sádicos detalles que el Partido Nazi había llevado a cabo desde 1939 hasta su derrota en 1945.

Es interesante que George Orwell redactase esta obra estando muy enfermo. Enfermo hasta el punto que en enero de 1950, pocos meses después de la publicación de 1984, el escritor moría de tuberculosis en un frío hospital de Londres. Isaac Asimov comentó en cierta ocasión que "el conocimiento que tenía de que su muerte era inminente pudo haber influido en el tono encarnizado del libro". Y quiero quedarme con esta idea antes de adentrarme en el análisis de la obra.



La primera impresión al acabar la lectura es que 1984 me ha dejado desolado. Es un relato duro y desesperanzador. Si al menos fuese mera ficción, pero lamentablemente, esta obra de carácter futurista, nos resuena como real, como posible. El mismo George Orwell decía lo siguiente sobre su libro:

"Yo no creo que el género de sociedad que describo vaya a suceder forzosamente, pero lo que sí creo es que puede ocurrir algo parecido."

En cierto modo, ya está ocurriendo algo parecido en nuestra sociedad. Vivimos aletargados por un panem et circenses astutamente diseñado por una oligarquía que entiende el poder "como un fin en si mismo y no como un medio." Los medios de comunicación actúan en realidad como medios de distorsión al servicio del dinero. Pero a estas alturas de la partida, no voy a ser yo quien descubra el entramado subyacente. 



El personaje de Winston somos todos y cada uno de nosotros. Winston representa la duda, el instinto que grita que existe una realidad mejor, el anhelo por la libertad. Winston es el protagonista sodomizado, vejado y alienado; es el alma inhibida, a quien se le ha prohibido cumplir con su sentido en la vida. Lamentablemente, Viktor Frankl y George Orwell nunca se llegaron a conocer y quizás eso fue determinante para el desenlace de la obra.

Es evidente que Orwell nos dejó material suficiente como para hacer un blog sólo dedicado a esta obra, y a pesar del interés que despierta en mí, yo soy un promiscuo de la literatura y no puedo casarme con nadie, tampoco con 1984. Sin embargo, hay un fragmento que he querido rescatar de mi lectura, antes de que lo que tengo que decir caiga por el "agujero de la memoria."


"Julia reflexionó sobre ello:
-A eso no pueden obligarte - dijo al cabo de un rato- Es lo único que no pueden hacer. Pueden forzarte a decir cualquier cosa, pero no hay manera de que te lo hagan creer. Dentro de ti no pueden entrar nunca." 

-Eso es verdad- dijo Winston con un poco más de esperanza-. No pueden penetrar en nuestra alma. Si podemos sentir que merece la pena seguir siendo humanos, aunque esto no tenga ningún resultado positivo, los habremos derrotado."

Lamento que el autor se sintiese demasiado desolado como para creer en esta idea. Su ingenio le llevo a encontrar el modo narrativo de negar a sus personajes la posibilidad de seguir siendo libres en espíritu. Sin embargo, yo quiero quedarme con este instante crucial.

Viktor Frankl, en El hombre en busca de sentido narró apasionadamente su propio infierno en un campo de concentración. Paradójicamente, su visión es distinta, y su voz nunca llegó a perder la fe, puesto que mientras existe sentido, el sufrimiento no desemboca en desesperanza.

En la vida, todos libramos guerras, ello forma parte de nuestro propio Viaje del Héroe. Sin embargo, siempre existe una salida, aunque no la conozcamos. Confiar en el sentido que la vida nos depara como decía Frankl, y mantener siempre el canal abierto, como pedía Marta Graham, son nuestras dos únicas opciones, cuando la humanidad es sólo ceniza.

Sigamos leyendo.



3 comentarios:

  1. La societat et pot encadenar, et pot "obligar moralment" a viure d'una certa manera però els teus sentiments, les teves emocions i el teu pensament és el què ha de ser pur, provenir de la teva essència. Tot i així, també crec que en part hi ha un punt d'utopia en això. Igual que diuen que el què hi ha dins hi ha a fora, el què hi ha a dalt està abaix....és fa complicat viure en un entorn "hostil" desconnectat de la nostra essència.

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  2. Si no has entendido la razón de por qué Winston y Julia perdieron la fe, es que no has entendido nada de nada.

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  3. Ilústranos! Tu visión es bienvenida!

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