sábado, 22 de febrero de 2014

EL VIEJO Y EL MAR

 EL VIEJO Y EL MAR - Ernest Hemingway

"La lectura hace al hombre completo; la conversación, ágil, y el escribir, preciso"
Sir Francis Bacon

En 1953, Ernest Hemingway aceptaba los 35.000 dólares correspondientes al premio Nóbel de Literatura. Y digo aceptaba y no recogía, puesto que jamás llegó a ir a Estocolmo. Algunos críticos creen que no quería que le recordaran vestido de pingüino. Él, en cambio, se justificó alegando que había tenido dos accidentes de avión en África. Quizás fueran ambas cosas, o quizás ninguna, pero de lo que no queda ninguna duda es que el escritor estadounidense tenía una personalidad arrolladora, la que se le presupone a un genio.

A pesar de que hubo disparidad de opiniones entre el jurado, que incluso llegó a valorar dejar desierto el premio ese año, finalmente, el Best Seller que el escritor y periodista nacido en Oak Park (Illinois) había publicado un año antes, colmó el vaso de sus méritos para hacerse con el premio. Méritos que ya había cosechado anteriormente con obras excepcionales como ¿Por quién doblan las campanas? o Fiesta.


Así pues, El viejo y el Mar supuso el cénit del reconocimiento para Ernest Hemingway. Ésta obra también le llevo a ganar el premio Pullitzer de 1953. Sin embargo, ¿está la obra a la altura de su reconocimiento?

Personalmente, inicié la lectura de esta escueta historia con unas expectativas y una emoción sin precedentes. El libro tiene una doble lectura. Por un lado, la historia de Santiago, un pescador cubano,  en plena senectud, que se lanza al mar por enésima vez. Por otro lado, un debate filosófico subyacente sobre la existencia, sobre el sentido de la vida y de la muerte. Hemingway consigue apuñalarnos el plexo solar con un relato potente que genera ponderadamente emoción brotando a borbotones a través de las palabras. El estilo narrativo es sencillo y digerible, con esa falsa simplicidad que tanto dominaba Becker. Además, las descripciones que intercala con el diálogo interior del viejo, son fértiles en vocabulario y léxico.

Esta lectura me recordó de algún modo a Platero y yo, del también premio Nóbel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, por la ternura con la que está escrito; por el modo en como la historia consigue emocionarnos, sin permitirnos entrar en esa barca. Resulta contradictorio puesto que Hemingway nos deja entrar hasta lo más profundo de la mente de Santiago, a través del contenido dialogado de su guerra interna, pero, sin embargo, el narrador no nos deja compartir su barca. Santiago está sólo en el mar, su única compañía es ese enorme pez que se ha propuesto luchar hasta el fin. Y es que sólo a través de la soledad, el viejo y el mar, tiene sentido como la obra maestra que es.  




El viejo y el mar es sobretodo un relato humano, una historia de amor ,al fin y al cabo; de amor  a la vida, amor a cada una de las partes de nuestro cuerpo, amor al "chico", amor al mar, amor al pez.
Permíteme que deje una pregunta en el aire ¿Dónde acaba el viejo y dónde empieza el pez?


No hay comentarios:

Publicar un comentario